Se cumplen 50 años de la inauguración del Monumento Nacional al Martín Fierro. Aquel 10 de noviembre, el entonces párroco de nuestra ciudad, Rvdo. Carlos Mateos, bendijo el grupo escultórico con significativos conceptos. Una sentida oración, con plena vigencia pese a los años transcurridos, que nos complace compartir con nuestros lectores.
A fin de significar la trascendencia de la obra esculpida por Chacho Waks, consolidando el sentimiento y la condición de Pago Hernandiano a la ciudad de Pehuajó, la especial oración del entonces cura párroco pehuajense, Rvdo. Carlos F. Mateos, al bendecir el grupo escultórico conmemorativo al Martín Fierro:
“Padre Nuestro, te rezamos hoy
al pié de la piedra trabajada.
Esa participación de tu poder creador,
que es la inspiración del artista
y la habilidad esforzada de sus manos,
nos deja hoy, grabado en la piedra,
un trozo de vida, un pedazo de historia.
Pero, Señor y Padre Nuestro,
esta vez,
no se trata de alguna batalla,
o de ningún gran personaje, héroe o prócer.
Por una vez, nos hemos atrevido,
hemos tratado de ser valientes;
no con la valentía de las armas o de las grandes hazañas
sino con aquella, más íntima y difícil,
que nos enfrenta con la verdad,
con nuestra realidad.
Y entonces, Padre Nuestro,
acá está este monumento a Martín Fierro,
recuerdo doloroso y permanente del hombre,
de los hombres,
a quienes, lo que se llamaba sociedad o civilización,
no pudo, no supo o no quiso recibir.
Y acá está y estará este monumento
como un examen de conciencia,
como un grito de verso y piedra,
recordando al hombre
que no escuchó otras voces que las de la
prepotencia del mando;
monumento al hombre cuyas manos,
pocas veces pudieron estrecharse con otras en signo de amistad;
monumento al hombre que, cuando quiso cantar, al menos,
su abandono y soledad,
se lo condenó por vago, borracho e ignorante;
monumento al hombre
que tuvo que poner rumbo hacia el oeste,
hacia el desierto hostil,
porque no había lugar para él en la sociedad.
Padre Nuestro que estás en los cielos:
!Si sabrás de estas cosas de la tierra!
!Si las sabrá tu Hijo Jesucristo,
maestro caminante de pueblo en pueblo!
Por eso, Padre,
al pedir la bendición de este monumento,
no te presentamos una alegría, sino un dolor;
no te presentamos una hazaña, sino una
injusticia; no te presentamos una grandeza, sino una
miseria; no te presentamos algo pasado,
sino la sospecha y el temor
de que esta historia no ha terminado todavía.
Porque, si: es cierto;
ahora hay ciudades y poblados
jalonando la antigua rastrillada
de la soledad y del desierto.
Porque ahora también
tenemos cultura y sociedad,
orden y civilización.
Y, Padre Nuestro,
tenemos la sospecha y el temor,
de que el Martín Fierro,
a lo mejor, todavía, sigue andando en soledad:
soledad del cemento y del asfalto,
soledad de las grandes ciudades y poblados,
soledad de una civilización que, una vez más, tampoco es para él,
soledad de un orden que lo olvida y lo oprime,
soledad de una sociedad que lo enumera y pone en fila.
Padre Nuestro,
a lo mejor el Martín Fierro
todavía sigue andando en soledad.
Por eso pedimos tu bendición sobre este monumento:
no para adormecernos, sino para despertar;
no para aplaudirnos, sino para luchar.
Por eso, Padre Nuestro que estás en los cielos,
con esta obra salida de los versos valientes
del poeta fiel a su pueblo,
y grabados en la piedra por la inspiración del escultor
te pedimos perdón por todos los Martín Fierro de nuestra patria,
de ayer y de hoy,
y que tu bendición se convierta para nosotros
en compromiso de vida.
Te lo pedimos por tu Hijo Jesucristo,
Dios y hombre,
caminante entre los hombres,
que es nuestro salvador.
Amén”.