Fue a una cuadra del parque. Allí nació el Club Atlético General San Martín. Hoy comenzó a transitar la última década camino al centenario. Recuerdos fundacionales y el reconocimiento a todos los que hicieron grande a “los rojos del parque”.
Expira el verano. Hilario, Armando y Miguel, como todas las noches, patean la pelota, debajo del foco en la esquina de José Hernández y Goyena. Una rutina cotidiana, una hermosa costumbre de muchos barrios.
Un alto en el juego y la charla de todas las noches. Los tres coinciden en la necesidad de formar un club para poder competir. Al día siguiente, transmiten la idea a otros amigos y conocidos de la barriada.
Nadie se opuso. Ahora había que ubicar un lugar para reunirse y si no era posible ampliar el encuentro debajo del foco de la esquina. No fue necesario, José Dalmau, propietario del almacén y despacho de bebidas ubicado en esa esquina compartió la idea y puso a disposición su local para realizar la reunión destinada a conformar la creación del club.
El 29 de marzo de 1929, el sueño de los pibes que todas las noches se reunían en esa esquina, se hizo realidad. Participaron alrededor de 25 jóvenes. Entusiasmo compartido y coincidencia total. Esa noche nació el Club Atlético General San Martín, a una cuadra del parque cuyo nombre también honra al Padre de la Patria. Hoy se cumplen 91 años.
La entidad socio deportiva, apodada “los rojos del parque” nació en el boliche de Dalmao. Allí fue su primera sede, gracias al desinteresado apoyo del generoso catalán, que no solo adhirió al proyecto sino que integró la primera comisión directiva.
Fue electo presidente Julián Landa. Vicepresidente, Miguel Capris; secretario, Casildo Escribano; tesorero, Atilano Iglesias y como vocales Atilio De Piero, José Dalmau y Armando De Piero.
Después vinieron los tiempos de lucha y esfuerzos para forjar el crecimiento del club, que se concretó, como sucede en todo emprendimiento, por etapas, algunas más prósperas, otras no.
La entidad centralizó su administración en distintos sectores pero siempre en las cercanías del parque. Finalmente, se radicó en forma definitiva en la esquina conformada por las calles González Del Solar y Chassaing. Aquí se afianzó su crecimiento.
El desafío de aquellos muchachos que soñaron con el club del barrio "debajo del foco de la esquina" alcanzó notoria transformación. Se ampliaron las instalaciones y se hizo realidad un complejo apto para la práctica de diversas actividades sociales y deportivas.
Luego se sumaría el complejo deportivo sobre el acceso Güemes, cuyo accionar no solo da a respuestas a la masa societaria del club sino a la comunidad pehuajense en general.
Estas breves apreciaciones pretenden reflejar el promisorio futuro de la institución y al mismo tiempo rendir homenaje a todos los hombres y mujeres que a través de 91 años de actividad, honraron la divisa de los rojos del parque, tanto en el quehacer deportivo, que nació con el fútbol pero paulatinamente se extendió en numerosas disciplinas, como en el quehacer social y cultural que tuvo etapas memorables y brillantes en la vida del club.
A todos, el reconocimiento por la labor cumplida siempre en beneficio de sus allegados y simpatizantes, pero que en definitiva están al servicio de la comunidad y son el fiel reflejo del progreso y el crecimiento de la ciudad a través de sus instituciones.
EL RECUERDO DE DON JOSÉ DALMAO
“Almacén muy acreditado en ese barrio por el carácter expansivo y bondadoso de su dueño, como así por el espíritu servicial que lo distinguía, siendo el paño de lágrimas de muchísima gente de condición humilde en tiempos de extrema miseria”, afirmó Amarillo y sostuvo que “Nadie se iba del negocio de este buen catalán sin la mercadería que necesitaba”.
Además, indicó que frecuentaban “vecinos de una amplia barriada que se sentían muy cómodos allí mojando el pico unos y con los naipes en las manos otros. Una especie de peña o cenáculo de gente modesta con costumbres arraigadas y donde se cultivaba la amistad y el afecto como en los mejores lugares de la ciudad”.
“Un espacio de este negocio se constituyó en sede provisoria del Club San Martín hasta que tuvo su local propio, cedido sin cargo alguno, con el desinterés que caracterizaba a Don José Dalmao, colaborando con el barrio y sus vecinos.
Este súbdito español, de fibra republicana durante la guerra civil que asoló a la península ibérica, que amaba a la República Argentina como a su patria, no tuvo descendencia”, concluía diciendo Amarillo.