Cuando comenzó la organización del municipio pehuajense, en la primera década (1883/1893), los concejales trabajaron en diversas reglamentaciones y ordenanzas. Entre ellas, la actividad de las entonces llamadas “casas de tolerancia” (hoy, cabarets) y de manera muy especial las normas de higiene y salubridad.
En marzo de 1892 fue denunciada “la entrada de menores en las casas de tolerancia y la deficiencia en los exámenes médicos, sancionándose una multa de $50 por cada examen no realizado a su debido tiempo”.
En la misma resolución, el Concejo Deliberante determinó que “en un mes, a partir del 18 de abril de 1892, el plazo para que los encargados de dichas casas, adquirieran solares para la edificación de nuevas casas de tolerancia que “llenarán
las condiciones de higiene obligatorias”.
El 12 de diciembre del mismo año, el tema vuelve a tratarse en el recinto legislativo. “El concejal Basigalup presenta un proyecto de ordenanza reglamentando el ejercicio de la prostitución. La iniciativa, más tarde aprobada, exigía “libreta sanitaria de las interesadas” y que “las casas de tolerancia se instalaran a no menos de 6 cuadras de los barrios residenciales, que el permiso sea intransferible y que las puertas de las casas se cierren a la una a.m., o de madrugada”.
La ordenanza establecía, además, que “ninguna mujer podría tener menos de 18 años para iniciarse y tres de permanencia en una casa calificada obligaban a una mujer a
esta reglamentación”.
También determinaba que “la libreta sanitaria debía certificarse y timbrarse” quedando prohibida a las mujeres usar “indumentaria indecorosa por las calles y la
embriaguez”. Tampoco podían estacionarse o formar grupos en la vía pública.
Han pasado 121 años de aquella ordenanza municipal. Las casas de tolerancia no existen. La actividad, con otras formas, otras modalidades, sigue vigente. Bien se dice que en una de más antiguas del mundo.
Fuente: “Historia de Pehuajó, Raul A. Hansen”