Es plomero y gasista. “Soy todo menos médico. Un multiuso”, bromea y al mismo tiempo se define. Se llama Ezequiel Zapata, casado y padre de dos hijos. Fue de los pehuajenses que viajó al Impenetrable chaqueño, en el marco de las campañas solidarias organizadas por FM Oriental. Sin duda una experiencia muy particular y enriquecedora para quienes cultivan y practican la solidaridad.
En el programa radial “Tardecitas y algo más…”, que se emite por FM City, Ezequiel Zapata relató la experiencia de sus viajes solidarios al norte argentino y describió el impactante territorio de El Impenetrable. Una experiencia con matices y ribetes dignos de destacar. Del diálogo mantenido con las conductoras del mencionado programa, extractamos algunas impresiones de Zapata que permiten reflejar la experiencia vivida y dimensionar la realidad de hermanos argentinos que sacude y conmueve:
-“En el primer viaje fueron más de 60 personas. En el segundo, unas 40 y el último fuimos 24 personas. Lo volvería a hacer”.
-“A mí siempre me gustó ayudar y justo cuando se dio este viaje, éramos un grupo con mucha gente conocida y entonces me fui enganchando. Y así pasó el segundo y el tercero”.
-“Me gusta ayudar porque uno toma más valor a las cosas. Acá tocamos una perilla y prendemos la luz, tenemos calefacción… cuando uno llega allá se da cuenta de las cosas”.
-“Siempre llevábamos ropa y mercadería que donaban los pehuajenses. El mayor problema es el combustible para llevar al lugar. Los dos primeros viajes contaron con la ayuda del intendente municipal Pablo Zurro y en la última ocasión, “por el tema del agua” no pudo ayudarnos, así que realizar rifas y venta de comidas para poder solventar los gastos”.
-“Salíamos un domingo a la tarde, llegamos un martes al mediodía. “Para llegar teníamos un 1700 km., y a eso hay que sumarle lo que andás adentro. Nos quedábamos hasta el viernes”.
-“Cada vez que vamos cantamos el himno y dejamos la bandera izada en un mástil del lugar”.
-“El impenetrable es un desierto con plantas. Es todo monte seco. Cuando fuimos nosotros hacía ocho meses que no llovía. La tierra es talco. Villa Bermejito está casi seco y la gente toma agua del río. Una agua verde en mal estado. Si bien el gobierno ha empezado a construir viviendas de material, ellos continúan durmiendo en sus chozas”.
-“Nosotros siempre fuimos a la misma comunidad toba. Allá cada comunidad tiene un pastor. La comunidad que fuimos abarca muchas familias de allí cerca. A la que nosotros fuimos y vamos siempre se llama Nueva Población. Las donaciones las dejamos casa por casa”.
-“Los integrantes de la comunidad están medio empacados con el blanco, con el criollo por les sacan las tierras cada vez alambrando más y entonces se tiene q ir cada vez más lejos y así se les hace más complicado llegar a Villa Bermejito, el pueblo más cercano”.
-“En los hospitales, tampoco los atienden. Los tienen aislados por les dicen que nunca hay camas para ellos ni medicamentos”.
-“La comunidad tiene mucho respeto, a pesar de todas las necesidades que tienen. Las veces que fuimos siempre vimos escuelas, pero estaban siempre cerradas. Hay muchos que no saben qué hora es ni en que día viven”
-“He ido a casas a noventa kilómetros dentro del monte y la gente llorando me abrazaba porque jamás había llego nada hasta ahí. Y después la gente se acuerda de uno, cada vez que voy me dan cartas. La última vez que me dieron cartas del año anterior en el que no había podido ir. Se acuerdan de mi apellido, son muy buenos. Ahora tengo el teléfono de un chico que es ayudante del pastor para estar en contacto”.
Las palabras de Ezequiel Zapata dejan amplio margen para la reflexión. Y ponen en evidencia la dimensión humana de un pehuajense como tantos otros que participan de estas cruzadas solidarias.
“Me gusta ayudar porque uno toma más valor a las cosas”
By -
martes, octubre 23, 2012
0
Tags: