Escribe “Chico Feo”
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Este mes de abril, contempló la celebración de Semana Santa. Para algunos limitada al turismo, para otros al descanso y para otros a la reflexión y el encuentro con uno mismo.
Si bien todos los días podemos mirarnos hacia nuestro interior, la pascua como la navidad, confieren una chance especial para hacernos ese lugar en nuestra vida.
Ojalá que se haya hecho ese lugarcito, tanto para los creyentes como para los no creyentes. En definitiva, a pesar de los pesares, no cuesta nada y produce mucho. Como la sonrisa cuando se dibuja con sinceridad en el rostro.
Es prudente y necesario echarnos una mirada nosotros mismos. Alejarnos, aunque sea por unos minutos, de la tecnología dominante (computadora, celular, televisión, etc.). Si somos creyentes, revitalizar la enseñanza y el ejemplo de Jesucristo. Si no lo somos, igualmente es valedero el beneficioso ejercicio de reflexión y análisis interior.
Hagamos el esfuerzo, tomemos los minutos necesarios para nuestro propio encuentro. Con sinceridad y humildad, para corregir nuestros defectos, rectificar los procederes equívocos y replantear nuestra conducta.
Y después, erradicar los malos pensamientos, los vestigios de soberbia y vanidad . Eliminar el egoismo de nuestro corazón. Comprender que el perdón es posible y la reconciliación también, por encima de diferencias.
Convencernos de que el pasado es irremediable y que ya fue. Que el futuro es una mera aspiración de deseos y que el presente es lo único palpable y real. Que mejor entonces, que asumirlo con sus cosas positivas y sus contrariedades.
Convencernos que es fundamental, hablar mucho de las cosas, poco de uno mismo (para que no decaiga la autoestima) y nada -absolutamente nada- de los demás.
Es posible, y no depende de nadie, solo de cada uno de nosotros.